La situación que viven las mujeres privadas de libertad en las cárceles dominicanas es dramática. No sólo porque deben cumplir esta pena, sino por la falta de leyes y políticas adecuadas para lidiar con temas, como el aumento de la población femenina en los recintos y el impedimento de tener relaciones sexuales. En el país sólo uno de los ochos centros de reclusión existentes permite.
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