Los acontecimientos representaron una prueba complicada para un mandatario comprometido con una agenda ambiciosa que pretende concretar en el tiempo relativamente corto de su segundo mandato.
Obama enfrentó el desafío de tranquilizar a una nación nerviosa ante las amenazas internas y de mantener el resto de sus objetivos legislativos en marcha tras el rechazo del Senado a las medidas para el control de armas, aspecto que se ha convertido en su principal prioridad.
"Esta fue una semana difícil", dijo Obama la tarde del viernes, poco después de que la policía capturó al segundo individuo implicado en los atentados explosivos contra el maratón de Boston.
Las explosiones en el maratón de Boston y las votaciones legislativas relacionadas con las armas de fuego empañaron otros acontecimientos que habrían cautivado al país y consumido a la Casa Blanca en cualquier otra semana.
Una explosión arrasó una planta de fertilizantes en Texas y ocasionó al menos 14 muertos. Cartas dirigidas al propio Obama y al senador Roger Wicker, republicano de Misurí, contenían rastros de ricina, una sustancia muy tóxica, en situaciones que evocaron los ataques con ántrax después de los atentados del 11 de septiembre de 2001.
"No es nada nuevo", dijo David Axelrod, el exasesor del presidente sobre los actos de equilibrio que ha ejecutado la Casa Blanca. "Estas situaciones nunca son agradables, pero tampoco totalmente imprevistas", apuntó.
Toda la secuencia de acontecimientos de esta semana, y las consecuencias que tendrán en la presidencia de Obama, aún no están del todo claras. Este punto es particularmente cierto en Boston, donde se desconocen los motivos de los dos hermanos a los que se responsabiliza de los atentados contra la maratón así como sus posibles vínculos con alguna red terrorista.
Sin embargo, la captura del adolescente, cuyo hermano mayor cayó muerto en su intento por escapar de la policía, paralizó Boston y la Casa Blanca.
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