Existe el mito extendido de que al hombre siempre le apetece el sexo. Si no es así se pone en duda su hombría y esto sobre todo lo hace el propio afectado.
La sensación de sentirse menos hombre por no querer tanto sexo como cree que debería afecta a su estado de ánimo, a su humor, con lo que empeora aún más el problema.
No es cierto en absoluto que el hombre esté siempre preparado para el sexo. Exactamente igual que a las mujeres, su libido se ve afectada por el cansancio, el estrés o simplemente prefiere realizar otra actividad en ese momento.
El forzarse para tener sexo y así demostrar su masculinidad no hace nada bueno por el problema, llevando muchas veces a dificultades para mantener la erección o eyaculación precoz.
Las mujeres llevan peor que a ellos no les apetezca
Mientras que los hombres pueden tener sexo sin ningún tipo de vínculo afectivo, las mujeres relacionan el sexo con el afecto más a menudo. Así, cuando ellas sufren la falta de deseo, sus parejas masculinas sufren la falta de sexo pero no se lo suelen llevar a lo personal.
En cambio, cuando a él no le apetece tener sexo, la mujer interpreta que ya no es deseada o amada y esto hace que las tensiones aumenten, siendo más peligrosa la falta de deseo masculina para la relación que la femenina.
Causas médicas
Si se sufre este problema durante más de 6 meses es conveniente acudir a un especialista. Lo primero es descartar causas físicas mediante pruebas médicas; problemas hormonales, falta de vitaminas,diabetes, hipertiroidismo etc. pueden llevar a una falta de deseo.
También la toma de medicamentos como antidepresivos afecta a la libido.
El estrés mata el deseo
Una de las causas más comunes de la disminución del apetito sexual es el estrés y las preocupaciones cotidianas. Las excesivas preocupaciones referentes al trabajo, la economía, la familia o la salud no dejan espacio a la fantasía y a la intimidad.
El estrés afecta especialmente a los hombres que, en muchos casos, toman el papel de patriarca y se ven con la responsabilidad de mantener y cuidar a los miembros de su familia. Además no suelen exteriorizar esas preocupaciones, convirtiéndolas en ideas rumiatorias que van haciéndose más grandes y son difíciles de gestionar.
Una disfunción lleva a otra
Si hay una disfunción sexual previa, como eyaculación precoz o disfunción eréctil, el deseo se va viendo afectado. También ocurre si es la pareja la que sufre la disfunción. Cuando el sexo no es satisfactorio o supone un gran esfuerzo el que llegue a los niveles esperados, el apetito sexual acaba resintiéndose.
También ocurre a la inversa, la falta de deseo masculina puede provocar problemas para lograr o mantener una erección e incluso eyaculación precoz.
Los problemas de pareja
Los conflictos dentro de la relación de pareja es una causa frecuente del deseo hipoactivo en ambos sexos.
La falta de intimidad y de comunicación, sobre todo a nivel sexual y afectivo, hacen las relaciones sexuales frías y eso, lógicamente, hace que deje de apetecer. Las discusiones son también un potente enfriador.
Encontrar momentos para la pareja y evitar caer en relaciones rutinarias es difícil con la cantidad de obligaciones y el estrés cotidiano, pero merece la pena el esfuerzo.
Cómo se trata
Si el problema no es físico se debe acudir al terapeuta sexual que valorará las posibles causas y tratará la ansiedad, el estrés, la clave erótica y orientará en temas de sexualidad y género.
Normalmente suele estar recomendada la terapia de pareja en combinación con la sexual.
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