1. Plantearte un cambio radical
Esto es lo más difícil, requiere mucho esfuerzo, perseverancia y voluntad. Normalmente se realiza en un período de tiempo relativamente corto por lo que obtienes resultados rápidos y la admiración de los que te rodean. No es imposible y a mucha gente le motiva el desafío, pero es muy difícil y para muchos supone una alta probabilidad de fracaso. Rápidamente te ves incapaz, abandonas y dudas de ti misma. Un ejemplo sería dejar de fumar de un día para el otro.
2. Hacer pequeños cambios
Esto es lo más frecuente y funciona muy bien para muchas personas. Por ejemplo, plantearte escribir una hora al día si quieres publicar una novela, o hacer ejercicio 30 minutos al día, tres días a la semana. Es más realista que el método anterior y puede dar buenos resultados aunque se tarde un poco más (al fin y al cabo lo que importa no es el tiempo sino conseguir tu objetivo.) Sin embargo, para algunas personas esto tampoco es suficiente, porque esos pequeños pasos, en realidad no son tan pequeños. Hacer ejercicio 30 minutos al día cuando no has hecho nada hasta ahora supone cambiarte de ropa, ducharte, ir y venir del gimnasio, hacer el ejercicio en sí... Mucho más de lo que parece, por eso puede que tu no te pongas en marcha, porque ese pequeño paso requiere muchas cosas. Lo que nos lleva entonces a la tercera estrategia.
3. Hacer cambios ridículamente pequeños
La idea es hacer cambios diminutos, que no te supongan ningún esfuerzo. Como por ejemplo, simplemente ponerte las zapatillas de deporte nada más al levantarte, o poner una botella de agua en la mesa si quieres beber dos litros al día. Nada más, ni tienes que correr, ni tienes que beber si no quieres. Durante una semana o unos días el único cambio al que te tienes que comprometer es tener la botella en la mesa. Empiezas por algo muy sencillo y a los pocos días das un paso más y te propones algo igual de fácil, por ejemplo, beber un sorbo de agua nada más al sentarte. Solo un sorbo y solo en ese momento. Que luego bebes más, muy bien, pero tu compromiso es solo ese. Fácil, ¿no? Y también efectivo porque sin apenas esfuerzo te irás acostumbrando al cambio. Y ¿qué consigues con pasos tan minúsculos?
- Ponerte en marcha ya: Se acabó seguir posponiendo, lo que te has propuesto es tan sencillo que no hay razón para no empezar ya mismo.
- No desanimarte: Al contrario, estarás contenta porque vas consiguiendo lo que te propones.
- Crear un nuevo hábito: Porque al final lo harás automáticamente, lo incorporarás a tu rutina, y son los hábitos los que provocan el cambio.
- Conseguir tu objetivo.
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